viernes, 28 de enero de 2011

Breve sugerencia (Facundo)

Interiorizarse en el verdadero conocimiento, aquél según el cual podemos tomar determinaciones vitalmente trascendentales, tiene una faceta verdaderamente negativa. Uno, poco a poco, va quedándose solo. Se descubre demasiado tempranamente que ni la mitad de las personas son conscientes de la mitad de sus actos, y, lo que es peor, que muchas de esas personas tienen su voluntad legitimada por instituciones.
Uno se ubica a si mismo metafísicamente más allá, pero permanece efectivamente subyugado.

miércoles, 26 de enero de 2011

LA DESCOSIFICACIÓN DEL YO Y EL SUJETO TRASCENDENTAL (Nicolás)

“Despues de descubrir el yo como un ente distinto de las cosas, Descartes debería haberse puesto la tarea de determinarlo mediante conceptos adecuados a su modo de ser peculiar, en lugar de ello, le aplica conceptos recibidos de la tradición, es decir, de la ontología de las cosas. De aquí que para él el ego sea res cogitans, substantia cogitans, anima, expresiones cosificadoras que, en lugar de exhibir el ser del yo, lo ocultan o desfiguran.”

“Kant se propone sacar a la luz lo que Descartes había descubierto inicialmente. Esto lo lleva a cabo por medio de una destrucción de los conceptos ocultadores. [...]La destrucción se encuentra en la sección de la Crítica de la razón pura titulada `los paralogismos de la razón pura´ donde Kant polemiza con la psychologia rationalitis. [Corriente predominante en la escuela de Wolff]”

“El tema de la psychologia rationalitis es, como lo indica su nombre, la psique, el alma. Pero Kant no comienza el examen crítico de esta disciplina preguntando por el alma, sino que vuelve al lenguaje cartesiano y pregunta por el ichdenke (`yo pienso´), esto es, por el ego cogito. Semejante planteo del problema implica, de antemano, un primer rechazo de la psychologia rationalitis. Esta [...] no tematíza lo que está en cuestión: el yo, que, por lo pronto, solo se manifiesta en su pensar”

“La psychologia rationalitis se salta esta tarea preparatoria [poner a la base de la investigación el cogito] y supone sin más que el yo es alma.”

“...el alma, tal como la concibe la psychologia rationalitis, es un objeto de la percepción interna, y el objeto es cosa, de acuerdo con la identificación moderna de res y objetum. Además a la base de todo objeto está la substancia como un sustentáculo. Por tanto, si el yo es alma, es también cosa y substancia.”

sujeto viene de subjectum que, a su turno, es traducción de hypokeímenon (`lo subyacente´), un concepto de la metafísica aristotélica que expresa la determinación primordial de las cosas. toda cosa es primordialmente hypokeímenon. Esto significa: lo primero en ella es algo que está a la base de todos sus accidentes como sustentáculo y centro unificante; este substrato es algo invariable, pues se mantiene idéntico a sí mismo en medio del cambio incesante de sus accidentes. Subjectum (`lo colocado debajo´) es el equivalente medieval de hypokeímenon. De modo que en la Edad Media todas las cosas son subjecta: la piedra, el árbol, la estrella. Pero en la Edad Moderna se restringe el campo significativo de este concepto. Descartes, el padre de la modernidad, busca el subjectum por excelencia, algo que pueda poner a la base de todas las cosas y de todo saber. Para él, el criterio de la excelencia es la indubitabilidad. Aplicando este criterio, los otros subjecta –todas las cosas- se tornan dudosos, y el yo se afirma como lo único indubitable y, por tanto, como el subjectum privilegiado que se busca. Gracias a esta excelencia, el yo se absorbe todo el contenido significativo de la palabra subjectum. El yo y el sujeto se identifican. Pero esta identificación no ocurre de un golpe, sino en un lento proceso que llega hasta Kant. En su época la palabra sujeto todavía se usa en el viejo y en el nuevo sentido.”

“Este uso doble de la palabra es el que hemos encontrado en el silogismo en cuestión. [Premisa mayor: Lo que no puede ser pensado de otra manera como sujeto, no existe de otra manera que como sujeto, y es por tanto, substancia. Premisa menor: Ahora bien, un ser pensante, considerado meramente como tal, no puede ser pensado de otra manera que como sujeto. Conclusión: Por consiguiente, yo, como ser pensante –alma-, existo solamente como sujeto, es decir, como substancia.] La premisa mayor usa la palabra sujeto en el sentido medieval. [...] Pero la premisa menor usa la palabra en sentido moderno.”

Kant se encuentra “en el horizonte de la metafísica de la subjetividad. En esta, como se sabe, el objeto es siempre un objeto para un yo-sujeto. Este ser-para es el ser del objeto en la representación [...] Sin representación no hay objeto. La pregunta por el ser del objeto es, pues, la pregunta por las condiciones de posibilidad de la representación objetiva. Para Kant, estas condiciones son la intuición y el concepto. [...] Únicamente gracias a la unidad de intuición y concepto, puede el yo hacerse presenta a sí mismo (re-presentarse) una multiplicidad sensible dada como una unidad objetiva.”

“ahora bien, la substancia es uno de esos conceptos que hacen posible la objetivación. [es un concepto puro del entendimiento - categoría] Pero como puro concepto no es más que un substrato lógico a que se refieren los predicados del juicio, una mera lógica del pensar sin ninguna referencia objetiva. [cuando se refiere] a lo sensible de la intuición, la mera forma lógica se sumerge en el tiempo, que es el elemento universal en que se intuyen todos los datos sensibles. Así temporalizada, se convierte en lo permanente (das Beharrliche), que es un modo del tiempo, al lado de la sucesión y la simultaneidad. [...] Esta unidad de intuición y concepto es lo que hace posible la objetivación. Gracias a ella, el objeto se puede presentar como un núcleo fijo, idéntico a sí mismo, rodeado de las determinaciones inquietas y mudables: como la `cosa con sus propiedades´.”

“Por tanto, todos los objetos, todas las cosas, son substancias. Pero el yo no es substancia. Y no puede serlo, porque el yo nunca es objeto. El yo es únicamente sujeto. [Aunque Kant mismo hable de un yo-objeto que estudia la sicología empírica, este yo-sujeto es muy distinto y Kant lo llama yo trascendental, pues es la condición de posibilidad de todos los objetos. Yo puedo representarme mi yo empírico como un objeto del mismo modo que me represento una cosa. Esto es posible porque yo me puedo enfrentar a todos los objetos -físicos o externos y síquicos o internos- como algo diferente de ellos y recibir de allí intuiciones a las cuales voy a aplicarles conceptos. Pero no puedo nunca recibir del yo trascendental una multiplicidad sensible temporal.]”

“De manera que el yo del ego cogito no puede interpretarse como objeto, ni como cosa, ni como alma substancial.”

Por ende la psychologia rationalitis “es imposible como ciencia. Su punto de partida es falso, y el método con que opera es inadecuado. En lugar de atenerse a lo que esta en cuestión –el `yo pienso´-, lo interpreta de antemano como anima, concepto que implica los de res y substantia. Encima de esto, pretende conocer al yo, concebido arbitrariamente como objeto, mediante la mera razón. Pero esta pretensión contradice las condiciones de posibilidad del conocimiento objetivo. El pensar puro, el pensar aislado de la intuición, no puede conocer objetos. Por ello los razonamientos con que esta disciplina intenta probar el supuesto de donde parten no son más que paralogismos, razonamientos aparentemente verdaderos, que comienzan a exhibir su falacia cuando caen bajo la lupa de la crítica. La sicología racional es imposible como ciencia. La sicología es posible solo como ciencia empírica, como la ciencia que se había empezado a edificar en el empirismo inglés. Pero esta no es la ciencia del ego cogito puro que había descubierto Descartes. De modo que la ciencia del ego cogito no puede ser ninguna sicología: ni la racional, ni la empírica. El ego descubierto por Descartes es el yo trascendental, el cual es tema de la filosofía trascendental. [Una auténtica egología que queda lista para el estudio una vez destruido la psychologia rationalitis]”

“El ego es sujeto lógico o yo trascendental. Pero ¿que significan esos títulos? ¿que modo de ser designan? ¿que es semejante yo?. Aquí tropieza Kant con una dificultad. Desde los griegos la pregunta `¿que es?´ es el modo de preguntar por el ser de los entes. Pero para Kant ser es ser objeto. Por ello, según él, por el yo trascendental no se pueden preguntar de dicho modo, pues no es objeto. [...] Primero afirma que tenemos una representación del yo. ¿que clase de representación es esta? No puede ser una representación objetiva, pues esta exige la síntesis de intuición y concepto, lo cual es imposible cuando lo mentado es el `yo pienso´. [...] ¿Que es, pues, lo que se representa n dicha representación? Una X, una incógnita, algo de lo cual no podemos saber nada. [...] pero una representación en que no se representa nada es un contrasentido. Si tenemos una representación del yo, hay que decir como qué nos lo representamos. [...] En la representación del yo `no se representa nada más que un sujeto trascendental de los pensamientos´; además, esa representación no es la representación de un objeto, sino `la forma de toda representación´.”

“El yo no se da, no es un fenómeno; respecto a él, carecemos de datos para el análisis. Por ello no se puede conocer. Sin embargo, por medio del concepto sujeto y del concepto forma se pretende fijar su esencia; ellos nos dicen qué es el yo.”

“Como se sabe, sujeto y forma son conceptos centrales de la metafísica medieval, la cual los forja al traducir dos términos ontológicos griegos. Respecto a la palabra sujeto, ya sabemos que viene de subjectum, que traduce el hypokeímenon aristotélico; forma es traducción de eidos. Su fuente es, por tanto, la tradición. [...] cuando Kant determina al yo positivamente como sujeto y forma, no va guiado por evidencias, por lo que está viendo, sino por la tradición.”

sujeto y forma son determinaciones de las cosas, determinaciones que surgieron de un interés filosófico orientado predominantemente hacia el mundo. [Sujeto y Forma para la tradición]”

“Kant traslada estos conceptos al yo. Pero [...] intenta extirparles su significación cósica [que lo designado por tales conceptos –sujeto y forma- no sean los objetos sino el yo]. El yo no es un sujeto como la cosa. En esta el ser sujeto equivale a ser substancia: substrato real de lo objetivo. El yo, en cambio, es sujeto trascendental: el mero `yo pienso´ que hace posible toda la objetivación. Por eso lo llama Kant `sujeto lógico´. Es, pues, el sujeto del légein, del unir judicativo. `Yo pienso´ significa `yo uno´. Pensar es unir. Como vimos antes, la unión o síntesis es lo que hace posible las representaciones de los objetos. Por ello, el yo es subjectum: actividad unificante, siempre idéntica a sí misma, que está a la base de la multiplicidad de las representaciones. El yo es forma, pero no como lo es la cosa. La cosa es forma en cuanto la forma es el modelo de su ser. El yo, en cambio, es `forma de toda representación´; es decir, aquello que fija la ley invariable del representar.”

“Como determinaciones del yo [sujeto y forma], su contenido significativo pierde la referencia a las cosas. Pero su significación original no desaparece. Inicialmente dichos conceptos designan el ser primordial de las cosas: la permanente presencia (ousía). Al determinar al yo como sujeto y como forma se quiere decir: el yo es lo permanentemente presente en todas las representaciones, lo idéntico a sí mismo en todos sus actos, lo que no cambia en la multiplicidad cambiante del representar. En `los paralogismos de la razón pura´, Kant rechaza, pues, la identificación óntica del yo con una cosa, pero ontológicamente lo sigue considerando como una cosa.”

“Kant vuelve a caer en lo que quería superar. No confunde el yo con una substancia, con una cosa, con el alma substancial, pero identifica su modo de ser con el modo de ser de las cosas. En este sentido, vuelve al punto de partida cartesiano, y el ego cogito sigue siendo res cogitans y su ser la realidad. Kant no logra, por tanto, llevar a cabo la descosificación ontológica del yo. El sujeto trascendental contiene aún restos de la ontología de las cosas.”

Fragmentos varios que concuerdan entre si, copiados textualmente por Nicolás del libro: Danilo Cruz Vélez, Filosofía sin supuestos. De Husserl a Heidegger, Sudamericana, Buenos Aires, 1970, pp. 138-152.